Los batidos proteicos se presentan como una alternativa para quien desea tonificar el cuerpo y ponerse «en forma».
En algunos casos, la obsesión por llegar a lucir una figura tonificada lleva a las personas a duplicar los esfuerzos y horas de trabajo en los centros de entrenamiento. Con la idea de acelerar esa búsqueda de resultados deseados, muchos deciden sumar «ayudas» desde la alimentación.
Los suplementos de proteínas son complementos a los que se acude cuando la persona necesita un «extra» del macronutriente, porque con la alimentación no llegan a cubrir el requerimiento diario. Algunos están compuestos por derivados del suero de leche, de la soja o de caseína. Se los mezcla con agua, leche o yogurt (la fórmula es una medida de 25 gramos de polvo con 250 ml de líquido). Y se le pueden agregar fruta o hielo para preparar un batido o utilizarlo como ingrediente en algún preparado (como en un pastel, en las magdalenas, en la gelatina). A diferencia de las barras proteicas, el polvo es más sencillo de digerir.
Entre los beneficios que aporta, los conocedores en la materia mencionan que acelera el metabolismo, favorece el descenso de peso y fomenta el desarrollo de masa muscular. Además, controla el apetito -sirve como colación entre las comidas principales-, fortalece el sistema inmunológico, incrementa los niveles de serotonina y disminuye la ansiedad. Es óptimo para consumir antes (al menos 30 minutos) y después de los entrenamientos porque repara y protege el tejido muscular.
Pero lo que hay que tener claro, es que el suplemento acompaña a un plan alimentario y lo primero que hay que hacer es una buena dieta, que si es la correcta para nuestro tipo de actividad, no es necesario adicionar con proteínas, porque ningún suplemento reemplaza a la comida.
El problema surge entonces cuando se altera el régimen alimentario. Hay gente que, con la intención de lograr un cuerpo perfecto, tiende a consumir el suplemento proteico desmedidamente y sin el asesoramiento profesional. Buscan un apoyo externo para ponerse en forma y tonificar más rápidamente a costa del consumo del polvo, más allá del propio entrenamiento. Los lácteos, las carnes rojas, el pollo, el pescado, la clara de huevo, la quinoa y la soja como algunos de los productos que más contribuyen al aumento de la masa muscular y que brindan un equivalente a lo que proporcionan los polvos.
Entre las posibles consecuencias de una ingesta en exceso, se puede presentar la aparición de acné, la inflamación abdominal y la excreción de calcio, provocando debilidad ósea (osteoporosis). Esto sucede porque las proteínas tienen pH ácido, y como el cuerpo necesita contrarrestarlo, lo hace sacando calcio de los huesos, ya que estos contienen pH alcalino.
Tanto la acidez como la alcalinidad en el organismo traen problemas para la salud, por eso el cuerpo se encarga de corregir los diferentes pH, y con el exceso de proteínas, lo hace de esta forma.
Por ello, con toda seguridad, el consumo sin la orientación de un profesional puede entorpecer la resistencia y el rendimiento atlético mediante la deshidratación y la pérdida de minerales esenciales, teniendo un efecto contrario al deseado y más allá de la parte estética y atletica, deteriorar el organismo a corto y largo plazo.